viernes, 13 de octubre de 2023

REUNIÓN DEL CONGRESO INTERNACIONAL DE PSIQUIATRÍA TECNOLÓGICA

 

El doctor Schafer «El Dedos», Niño de las Lobotomías, se pone en pie y dirige a los congresistas el frío impacto azul de su mirada:

—Señores, el sistema nervioso humano puede ser reducido a un bloque compacto de columna vertebral. El cerebro anterior y posterior ha de seguir a ganglios, muela del juicio, apéndice... Les presento mi obra maestra: El norteamericano desangustiado perfecto.

Clarines vibrantes: dos Porteadores Negros introducen al Hombre desnudo y lo dejan caer sobre el estrado con brutalidad animal, despectiva... El Hombre se retuerce... Su carne se convierte en una jalea viscosa, transparente, que se va evaporando en una bruma verde, dejando al descubierto un monstruoso ciempiés negro. Oleadas de un olor desconocido invaden la sala, chamuscan los pulmones, corroen el estómago... Schafer se retuerce las manos sollozando:

—¡Clarence! ¿Cómo podéis hacerme esto? ¡Ingratos! ¡Todos son unos ingratos!

Los congresistas se echan para atrás entre murmullos consternados:

—Creo que Schafer ha ido demasiado lejos...

—Yo ya había avisado que...

—Schafer es un tipo brillante... pero...

—La gente hace lo que sea con tal de tener publicidad...

—Señores, esta innombrable criatura, ilegítima en todos los sentidos, hija del corrompido cerebro del doctor Schafer, no debe ver la luz... Nuestro deber hacia la especie humana está bien claro...

—Hombre que hizo ver luz —dice uno de los Porteadores Negros.

—Hay que machacar a ese bicho antiamericano —dice un médico gordo del Sur con cara de sapo que bebía whisky de maíz en un tarro de mermelada. Se adelanta con andares de borracho y se para asustado por el tamaño impresionante y el amenazador aspecto del ciempiés—. ¡Que traigan gasolina! —vocifera—. Tenemos que quemar a ese hijo de puta como si fuera un negro chuleta.

—Yo no quiero saber nada —dice un médico joven y progre que va colocado de LSD-25—. Cualquier fiscal un poco listo...

Fundido en negro.

—¡Orden en la Sala! FISCAL. —Señores del jurado, estos caballeros tan «cultos» pretenden que la inocente criatura humana que tan irreflexivamente sacrificaron se convirtió de repente en un enorme ciempiés negro y que fue «su deber hacia la especie humana» destruir aquel monstruo antes de que pudiese, por cualquier medio a su alcance, perpetuar su especie... ¿Vamos a tragarnos semejante pila de mierda? ¿Vamos a dejar que nos endilguen semejante camelo como si fuéramos tontos del culo? ¿Dónde está ese fantástico ciempiés? «Lo destruimos», dicen muy orgullosos... Pero yo quiero recordarles, señores y hermafroditas del jurado, que esa Gran Bestia —señala al doctor Schafer—, ha comparecido ya en varias ocasiones ante este tribunal acusado del incalificable delito de violación de cerebros... Dicho en cristiano —golpea con el puño la barandilla que le separa del jurado, su voz pasa a ser un grito—, dicho en cristiano, señores, lobotomía por la fuerza...

Los miembros del jurado se sofocan... Uno se muere de un ataque cardíaco... Otros tres caen al suelo retorciéndose en orgasmos de lascivia...

El Fiscal señala dramático:

—Ahí está... El y no otro, es quien ha reducido provincias enteras de nuestro hermoso país a un estado próximo a la idiocia más absoluta... El es quien ha llenado almacenes enormes con filas y filas, hileras e hileras, de indefensas criaturas a cuyas más mínimas necesidades hay que proveer... «Zánganos», los llama con cínica sonrisa que refleja la maldad en estado puro del intelectual... Señores, yo afirmo que el pérfido asesinato de Clarence Cowie no debe quedar sin castigo. ¡Los gritos de «Justicia» para crimen tan nefando resuenan al menos como los de un maricón herido!

El ciempiés se remueve, agitado.

—Hombre, el hijoputa este tiene hambre —grita uno de los Porteadores.

—Yo me largo de aquí.

Una oleada de horror eléctrico atraviesa la sala... los congresistas se precipitan hacia las salidas gritando y arañando...


William S. Burroughs

miércoles, 7 de septiembre de 2022

MANIFIESTO ESTRIDENTISTA NÚMERO 2


Irreverentes, afirmales, convencidos, excitamos a la juventud intelectual del Estado de Puebla, a los no contaminados de reaccionarismo letárgico, a los no identificados con el sentir medio colectivo del público unisistematizal y antropomorfo para que vengan a engrosar las filas triunfales del estridentismo y AFIRMEMOS:

Primero: Un profundo desdén hacia la ranciolatría ideológica de algunos valores funcionales, encendidos pugnazmente en un odio caníbal para todas las inquietudes y todos los deseos renovadores que conmueven la hora insurreccional de nuestra vida mecanística.

 

Segundo: La posibilidad de un arte nuevo, juvenil, entusiasta y palpitante, estructuralizadonovidimensionalmente, superponiendo nuestra recia inquietud espiritual, al esfuerzo regresivo de los manicomios coordinados, con reglamentos políticos, importaciones parisienses de reclamos y pianos de manubrio en el crepúsculo.

 

Tercero: La exaltación del tematismo sugerente de las máquinas, las explosiones obreriles que estrellan los espejos de los días subvertidos. Vivir emocionalmente. Palpitar con la hélice del tiempo. Ponerse en marcha hacia el futuro.

 

Cuarto: La justificación de una necesidad espiritual contemporánea. Que la poesía sea poesía de verdad, no babosadas, como las que escribe Gabrielito Sánchez Guerrero, caramelo espiritual de chiquillas engomadas. Que la pintura sea también, pintura de verdad con una sólida concepción del volumen. La poesía, una explicación sucesiva de fenómenos ideológicos por medio de imágenes equivalentistasorquestralmente sistematizadas. La pintura, explicación de un fenómeno estático, tridimensional, redactado en las dos latitudes por planos colorísticos dominantes.

 

CAGUÉMONOS: primero en la estatua del Gral. Zaragoza, bravucón insolente de zarzuela, William Duncan del “film” intervencionista del imperio, encaramados sobre el pedestal de la ignorancia colectiva. Horror a los ídolos populares. Odio a los panegiristas sistemáticos. Es necesario defender nuestra juventud que han enfermado los merolicos exegísticos con nombramiento oficial de catedráticos.

Charles Chaplin es angular, representativo y democrático.

Segundo: En don Felipe Neri del Castillo, fonógrafo interpretativo del histerismo primaveral tergiversados que hace catrinas de pulque con cenizas de latines para embriagar a sus musas rezanderas, en don Manuel Rivadeneyra y Palacio, momia presupuestiva de 20 reales diarios. En don José Miguel Sarmiento, recitador de oficio en toda clase de proxenetismos familiares en que la primavera y el “jazz band” se zangolotean en los espejos, y en algunos estanquilleros literarios, como don Delfino C. Moreno y don Enrique Gómez Haro.

 

Tercero: En nuestro compatriota Alfonso XIII, el Gaona de los tenderos usurarios, Tío Sam de los intelectuales de alpargata, salud de los enfermos, consuelo de los afligidos, rosa mística, vaso espiritual de elección, agente viajero de una camotería de Santa Clara: ¡la gran cháchara!

 

PROCLAMANDO: Como única verdad, la verdad estridentista. Defender el estridentismo es defender nuestra vergüenza intelectual. A los que no estén con nosotros se los comerán los zopilotes. El estridentismo es el almacén de donde se surte todo el mundo. Ser estridentista es ser hombre. Sólo los eunucos no estarán con nosotros. Apagaremos el sol de un sombrerazo. FELIZ AÑO NUEVO.

 

¡Viva el Mole de Guajolote!

 

                                 

 

Puebla, Enero 1° de 1923.

 

Manuel Maples Arce, Germán ListArzubide, Salvador Gallardo, M.N. Lira, Mendoza, Salazar, Molina, siguen doscientas firmas.


lunes, 19 de noviembre de 2018

LIBRO: FRAGMENTOS DEL ESPEJO




PRIMER LIBRO PUBLICADO BAJO EL SELLO DE LA EDITORIAL.
Título: Fragmentos del espejo o Las narraciones desde el Echerendo
Contenido: Contiene nueve relatos.
—A unos metros.
—Calles de México
—¿Recuerdas?
—Carretera México-Texcoco
—El muerto al gozo
—El pacto
—Los dinosaurios en el cielo
—El alacrán
—Palabra de axolote
Autor: Tlacaelel V. Rinma
El libro fue presentado en el 1ER ENCUENTRO DE PUBLICACIONES INDEPENDIENTES, el cual fue organizado por la Nación Alien.

lunes, 16 de abril de 2018

MANIFIESTO POR UN ARTE REVOLUCIONARIO INDEPENDIENTE.




Puede afirmarse sin exageración, que nunca como hoy nuestra civilización ha estado amenazada por tantos peligros. Los vándalos, usando sus medios bárbaros, es decir, extremadamente precarios, destruyeron la antigua civilización en un sector de Europa. En la actualidad, toda la civilización mundial, en la unidad de su destino histórico, es la que se tambalea bajo la amenaza de fuerzas reaccionarias armadas con toda la técnica moderna. No aludimos tan sólo a la guerra que se avecina. Ya hoy, en tiempos de paz, la situación de la ciencia y el arte se ha vuelto intolerable.

En aquello que de individual conserva en su génesis, en las cualidades subjetivas que pone en acción para revelar un hecho que signifique un enriquecimiento objetivo, un descubrimiento filosófico, sociológico, científico o artístico, aparece como un fruto de un azar precioso, es decir, como una manifestación más o menos espontánea de la necesidad. No hay que pasar por alto semejante aporte, ya sea desde el punto de vista del conocimiento general (que tiende a que se amplíe la interpretación del mundo), o bien desde el punto de vista revolucionario (que exige para llegar a la transformación del mundo tener una idea exacta de las leyes que rigen su movimiento). En particular, no es posible desentenderse de las condiciones mentales en que este enriquecimiento se manifiesta, no es posible cesar la vigilancia para que el respeto de las leyes específicas que rigen la creación intelectual sea garantizado.

No obstante, el mundo actual nos ha obligado a constatar la violación cada vez más generalizada de estas leyes, violación a la que corresponde, necesariamente, un envilecimiento cada vez más notorio, no sólo de la obra de arte, sino también de la personalidad “artística”. El fascismo hitleriano, después de haber eliminado en Alemania a todos los artistas en quienes se expresaba en alguna medida el amor de la libertad, aunque esta fuese sólo una libertad formal, obligó a cuantos aún podían sostener la pluma o el pincel a convertirse en lacayos del régimen y a celebrarlo según órdenes y dentro de los límites exteriores del peor convencionalismo. Dejando de lado la publicidad, lo mismo ha ocurrido en la URSS durante el periodo de furiosa reacción que hoy llega a su apogeo. Ni que decir tiene que no nos solidarizamos ni un instante, cualquiera que sea su éxito actual, con la consigna: “Ni fascismo ni comunismo” consigna que corresponde a la naturaleza del filisteo conservador y asustado que se aferra a los vestigios del pasado “democrático”. El verdadero arte, es decir aquel que no se satisface con las variaciones sobre modelos establecidos, sino que se esfuerza por expresar las necesidades íntimas del hombre y de la humanidad actuales, no puede dejar de ser revolucionario, es decir, no puede sino aspirar a una reconstrucción completa y radical de la sociedad, aunque sólo sea para liberar la creación intelectual de las cadenas que la atan y permitir a la humanidad entera elevarse a las alturas que sólo genios solitarios habían alcanzado en el pasado. Al mismo tiempo, reconocemos que únicamente una revolución social puede abrir el camino a una nueva cultura. Pues si rechazamos toda la solidaridad con la casta actualmente dirigente en la URSS es, precisamente, porque a nuestro juicio no representa el comunismo, sino su más pérfido y peligroso enemigo.

Bajo la influencia del régimen totalitario de la URSS, y a través de los organismos llamados organismos “culturales” que dominan en otros países, se ha difundido en el mundo entero un profundo crepúsculo hostil a la eclosión de cualquier especie de valor espiritual. Crepúsculo de fango y sangre en el que, disfrazados de artistas e intelectuales, participan hombres que hicieron del servilismo su móvil, del abandono de sus principios un juego perverso, del falso testimonio venal un hábito y de la apología del crimen un placer. El arte oficial de la época estalinista refleja, con crudeza sin ejemplo en la historia, sus esfuerzos irrisorios por disimular y enmascarar su verdadera función mercenaria. La sorda reprobación que suscita en el mundo artístico esta negación desvergonzada de los principios a que el arte ha obedecido siempre y que incluso los Estados fundados en la esclavitud no se atrevieron a negar de modo tan absoluto, debe dar lugar a una condenación implacable. La oposición artística constituye hoy una de las fuerzas que pueden contribuir de manera útil al desprestigio y a la ruina de los regímenes bajo los cuales se hunde, al mismo tiempo que el derecho de la clase explotada a aspirar a un mundo mejor, todo sentimiento de grandeza e incluso de dignidad humana.

La revolución comunista no teme al arte. Sabe que al final de la investigación a que puede ser sometida la formación de la vocación artística en la sociedad capitalista que se derrumba, la determinación de tal vocación sólo puede aparecer como resultado de una connivencia entre el hombre y cierto número de formas sociales que le son adversas. Esta coyuntura, en el grado de conciencia que de ella pueda adquirir, hace del artista su aliado predispuesto. El mecanismo de sublimación que actúa en tal caso, y que el sicoanálisis ha puesto de manifiesto, tiene como objeto restablecer el equilibrio roto entre el “yo” coherente y sus elementos reprimidos. Este restablecimiento se efectúa en provecho del “ideal de sí”, que alza contra la realidad, insoportable, las potencias del mundo interior, del sí, comunes a todos los hombres y permanentemente en proceso de expansión en el devenir. La necesidad de expansión del espíritu no tiene más que seguir su curso natural para ser llevada a fundirse y fortalecer en esta necesidad primordial: la exigencia de emancipación del hombre.

En consecuencia, el arte no puede someterse sin decaer a ninguna directiva externa y llenar dócilmente los marcos que algunos creen poder imponerle con fines pragmáticos extremadamente cortos. Vale más confiar en el don de prefiguración que constituye el patrimonio de todo artista auténtico, que implica un comienzo de superación (virtual) de las más graves contradicciones de su época y orienta el pensamiento de sus contemporáneos hacia la urgencia de la instauración de un orden nuevo.

La idea que del escritor tenía el joven Marx exige en nuestros días ser reafirmada vigorosamente. Está claro que esta idea debe ser extendida, en el plano artístico y científico, a las diversas categorías de artistas e investigadores. “El escritor – decía Marx – debe naturalmente ganar dinero para poder vivir y escribir, pero en ningún caso debe vivir para ganar dinero... El escritor no considera en manera alguna sus trabajos como un medio. Son fines en sí; son tan escasamente medios en sí para él y para los demás, que en caso necesario sacrifica su propia existencia a la existencia de aquéllos... La primera condición de la libertad de la prensa estriba en que no es un oficio.” Nunca será más oportuno blandir esta declaración contra quienes pretenden someter la actividad intelectual a fines exteriores a ella misma y, despreciando todas las determinaciones históricas que le son propias, regir, en función de presuntas razones de Estado, los temas del arte. La libre elección de esos temas y la ausencia absoluta de restricción en lo que respecta a su campo de exploración, constituyen para el artista un bien que tiene derecho a reivindicar como inalienable. En materia de creación artística, importa esencialmente que la imaginación escape a toda coacción, que no permita con ningún pretexto que se le impongan sendas. A quienes nos inciten a consentir, ya sea para hoy, ya sea para mañana, que el arte se someta a una disciplina que consideramos incompatible radicalmente con sus medios, les oponemos una negativa sin apelación y nuestra voluntad deliberada de mantener la fórmula: toda libertad en el arte.

Reconocemos, naturalmente, al Estado revolucionario el derecho de defenderse de la reacción burguesa, incluso cuando se cubre con el manto de la ciencia o del arte. Pero entre esas medidas impuestas y transitorias de autodefensa revolucionaria y la pretensión de ejercer una dirección sobre la creación intelectual de la sociedad, media un abismo. Si para desarrollar las fuerzas productivas materiales, la revolución tiene que erigir un régimen socialista de plan centralizado, en lo que respecta a la creación intelectual debe desde el mismo comienzo establecer y garantizar un régimen anarquista de libertad individual. ¡Ninguna autoridad, ninguna coacción, ni el menor rastro de mando! Las diversas asociaciones de hombres de ciencia y los grupos colectivos de artistas se dedicarán a resolver tareas que nunca habrán sido tan grandiosas, pueden surgir y desplegar un trabajo fecundo fundado únicamente en una libre amistad creadora, sin la menor coacción exterior.

De cuanto se ha dicho, se deduce claramente que al defender la libertad de la creación, no pretendemos en manera alguna justificar la indiferencia política y que está lejos de nuestro ánimo querer resucitar un pretendido arte “puro” que ordinariamente está al servicio de los más impuros fines de la reacción. No; tenemos una idea muy elevada de la función del arte para rehusarle una influencia sobre el destino de la sociedad. Consideramos que la suprema tarea del arte en nuestra época es participar consciente y activamente en la preparación de la revolución. Sin embargo, el artista sólo puede servir a la lucha emancipadora cuando está penetrado de su contenido social e individual, cuando ha asimilado el sentido y el drama en sus nervios, cuando busca encarnar artísticamente su mundo interior.

En el periodo actual, caracterizado por la agonía del capitalismo, tanto democrático como fascista, el artista, aunque no tenga necesidad de dar a su disidencia social una forma manifiesta, se ve amenazado con la privación del derecho de vivirla y continuar su obra, a causa del acceso imposible de ésta a los medios de difusión. Es natural, entonces, que se vuelva hacia las organizaciones estalinistas, que le ofrecen la posibilidad de escapar a su aislamiento. Pero su renuncia a cuanto puede constituir su propio mensaje y las complacencias terriblemente degradantes que esas organizaciones exigen de él, a cambio de ciertas ventajas materiales, le prohíben permanecer en ellas, por poco que la desmoralización se manifieste impotente para destruir su carácter. Es necesario, a partir de este instante, que comprenda que su lugar está en otra parte, no entre quienes traicionan la causa de la revolución al mismo tiempo, necesaria-mente, que la causa del hombre, sino entre quienes demuestran su fidelidad inquebrantable a los principios de esa revolución, entre quienes, por ese hecho, siguen siendo los únicos capaces de ayudarla a consumarse y garantizar por ella la libre expresión de todas las formas del genio humano.

La finalidad de este manifiesto es hallar un terreno en el que reunirá los mantenedores revolucionarios del arte, para servir la revolución con los métodos del arte y defender la libertad del arte contra los usurpadores de la revolución. Estamos profundamente convencidos de que el encuentro en ese terreno es posible para los representantes de tendencias estéticas, filosóficas y políticas, aun un tanto divergentes. Los marxistas pueden marchar ahí de la mano con los anarquistas, a condición de que unos y otros rompan implacablemente con el espíritu policiaco reaccionario, esté representado por José Stalin o por su vasallo García Oliver(1).

Miles y miles de artistas y pensadores aislados, cuyas voces son ahogadas por el odioso tumulto de los falsificadores regimentados, están actualmente dispersos por el mundo. Numerosas revistas locales intentan agrupar en torno suyo a fuerzas jóvenes, que buscan nuevos caminos y no subsidios. Toda tendencia progresiva en arte es acusada por el fascismo de degeneración. Toda creación libre es declarada fascista por los estalinistas. El arte revolucionario independiente debe unirse para luchar contra las persecuciones reaccionarias y proclamar altamente su derecho a la existencia. Un agrupamiento de estas características es el fin de la Federación internacional del Arte Revolucionario
independiente (FIARI), cuya creación juzgamos necesaria.

No tenemos intención alguna de imponer todas las ideas contenidas en este llamamiento, que consideramos un primer paso en el nuevo camino. A todos los representantes del arte, a todos sus amigos y defensores que no pueden dejar de comprender la necesidad del presente llamamiento, les pedimos que alcen la voz inmediatamente. Dirigimos el mismo llamamiento a todas las publicaciones independientes de izquierda que estén dispuestas a tomar parte en la creación de la Federación internacional y en el examen de las tareas y de los métodos de acción. Cuando se haya establecido el primer contacto internacional por la prensa y la correspondencia, procederemos a la organización de modestos congresos locales y nacionales. En la etapa siguiente deberá reunirse un congreso mundial que consagrará oficialmente la fundación de la Federación internacional.

He aquí lo que queremos:
La independencia del arte – por la revolución;
La revolución – por la liberación definitiva del arte.


Notas
(1) García Oliver, anarquista español, perteneció al grupo de acción española, contribuyó a organizar las milicias obreras
catalanas y de Durruti y militó en la CNT y en la FAI. Durante la guerra civil adoptó la política del Frente Popular,
aceptando el Ministerio de Justicia en el gabinete de Largo Caballero.
(2) Aunque publicado con estas dos firmas, el manifiesto fue redactado de hecho por León Trotski y André Breton. Por
razones tácticas, Trotski pidió que la firma de Diego Rivera sustituyese a la suya.

ANDRE BRETON, LEON TROTSKY Y DIEGO RIVERA