El
estridentismo no es una escuela literaria, ni un evangelio estético. Es,
simplemente, un gesto. Una irrupción del espíritu contra el reaccionarismo
intelectual.
Para explicarse las tendencias del
estridentismo, algunos escritores han consultado los diccionarios y las
enciclopedias sin encontrar una exégesis artística de la palabra y han
interrogado:
—¿Cómo es posible que
haya un arte estridentista?—
No
hay un arte estridentista, como tampoco hay un arte “impulsionista”, ni “paroxista”,
ni “visionarista”. Nosotros no hemos catalogado, ni catalogaremos nuestra
visión estética.
No
hemos anclado el vocablo estridentista, ni anclaremos ningún vocablo. Las
palabras no expresan únicamente lo estipulado en los diccionarios. En cada
frase tienen un valor y una sugerencia diferente. A veces, una palabra es algo
más que una frase.
Ahora
que se ha desvanecido se ha esfumado el azoramiento producido por nuestros
reflectores intelectuales y se dá al público, en las revistas, —entre ellas “EL
UNIVERSAL ILUSTRADO”, la primera que se despejó de su hermetismo académico—
algo de lo nuestro, sin subrayarlo de estravagancia y sin ribetearlo de
curiosidad, es imprescindible equilibrar el desequilibrio ideológico de los que
han comentado la tendencia literaria del Estridentismo.
El comprimido
estridentista de Manuel Maples Arce, publicado en la primera hoja de “ACTUAL”,
no hace expeculaciones sobre un arte estridentista. Excita a los intelectuales jóvenes
a hacer un arte personal y renovado, fijando las delimitaciones estéticas. A
destruir las teorías equivocadamente modernas. A hacer poesía pura. Sin
perspectivas pictóricas. Sin anecdotismo. Una poesía sincera, sin ordenar la
emoción que es siempre desordenada. Las tendencias antiguas sujetaron la
emoción a un esquema, a un itinerario para presentarla como una obra de
equilibrio arquitectónico, de orfebrería y no como una obra original y
emocional. Toda esa literatura está basada en una ecuanimidad que no tiene la
vida. Lo real y lo natural en la vida es lo absurdo. Lo inconexo. Nadie siente
ni piensa con una perfecta continuidad. Nadie vive una vida como la de los
personajes de las novelas románticas. Nuestra vida es arbitraria y los cerebros
están llenos de pensamientos incongruentes. El ensueño no tiene la plasticidad,
la claridad de los poemas de los novecentistas.
La
teoría abstraccionsta, no es una teoría, sino una insinuación de afirmar la
personalidad. De crear un arte puro y sin repujaciones. Un arte en que el
sincronismo emocional tenga una equivalencia con ese ritmo sincrónico del
ajetreo de la vida moderna.
En
su poema “PRISMA”, Maples Arce logra ensamblar su inquietud interior con esa
inquietud que flota en unas pestañas, en una calle toda llena de inquietudes electrónicas
y de humo de fabricas, con imágenes diametralmente opuestas y yuxtapuestas con
una fuerte hilación ideologica.
¿Quién
no ha sentido en sus recuerdos desordenados, las miradas de las “mujeres
telescopiadas en catástrofes de recuerdos” del poema de la “MUJER HECHA PEDAZOS”,
de José Juan Tablada? Los que no comprenden la belleza del poema de Tablada es
porque han tergiversado completamente la visión estética. Su falta de
sinceridad los ha obligado a tener un concepto diferente de la emoción. Los que
interpretan con más exactitud ese estado absurdo del espíritu que es la
emoción, han sido siempre los poetas incomprensibles y por lo mismo, los más
sinceros.
Las
innovaciones del grupo estridentista: la figura indirecta compuesta y las
imágenes dobles —no dobles a la manera creacionista— han revolucionado no sólo,
la forma que es lo menos importante en una renovación, sino la ideología, la
manera de interpretar la armonía del universo. La poesía está en esa música
luminosa desenrrollada por la rotación de las esferas. Y esa simultaneidad de
armonías logradas sin tiempo, ni espacio, sin sujeto, es lo que hace nuestra
teoría abstraccionista.
La figura indirecta compuesta es una
visión lograda con dos sugerencias desiguales sintaxicamente, y que ensambladas
ideológicamente establecen una relación incoercible:
“…y
el pentagrama eléctrico
de
todos los tejados
se
muere en el alero del último almanaque
de
Maples Arce.
La imágen
doble interpreta simultáneamente la actitud espiritual y la actitud material:
“…Y me alejé hacia el lado opuesto de
su mirada…”
de “La Srita. Est.”
Esta
síntesis exegética del estridentismo —la primera irrupción subversista que suscitó
la pasividad ambiente— y la teoría obstraccionista, —la primera manifestación
renovadora— es una interpretación personalista. No teorizamos sobre el
abstraccionismo porque no es una teoría. Y porque nosotros no limitamos la
fuerza creadora como los impulsionistas —teoría cientificofilosófica—, los
paroxistas, —teoría neo-baulerina— los neoparoxistas —teoría tridimensional—,
Etc. y las demás tendencias que circunscriben la emoción.
Para
no citar sino las teorías que no están al margen de Rimbaud, Mallarme,
Apollinaire y Reverdy. Los dadaístas tenían mucho de humoristas y el humorismo
no es más que un afán de no personalizarse.
Los
que confunden el estridentismo con otras tendencias actuales con una teoría estética,
no han leído nada del estridentismo, ni de las otras manifestaciones
literarias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario